Desde JSCH decimos no al intento de la CEOE de precarizar el empleo joven

En los momentos más difíciles siempre se descubre la verdadera esencia de las personas. En un duro contexto de crísis económica, mientras el gobierno ha encaminado sus medidas hacía la protección de los desfavorecidos, comprobamos que la élite empresarial sigue en su línea empeñada en manchar el nombre de miles de pequeños y medianos empresarios, que también lo están pasando mal por la crisis y que desde luego no son como ellos.

La patronal sorpendía ayer con un nuevo fuego de artificio consistente en crear un contrato para jóvenes hasta 30 años en los que se eliminan las cotizaciones a la seguridad social y se niega cualquier posibilidad de obtener una prestación por desempleo. Es un hecho gravísmo, pero que en realidad sólo pretendía darle un marco de legalidad a una situación que ya ocurre en este país, y es esa enorme cantidad de jóvenes a los que se les mantiene como becarios infinidad de años renovandoles cada 3,6 o 12 meses. El modelo de becas es neceario y excepcional en su orígen pero esta explotación subsdiaria de este sistema  que llevan a cabo muchas empresas solo consigue  negarle durante años una seguridad laboral al trabajador que los jóvenes socialistas consideramos irrenunciable.

En un país donde más de 11 millones de personas cobran menos de 1000 euros lo que menos hace falta son medidas que empeoren aún más la calidad de los puestos de trabajo. Las reformas tiene que ir en la otra dirección, en dignificar los puestos de trabajo, en dar oportunidades a los jóvenes introduciéndoles poco a poco en el mercado de trabajo, pero siempre con grantías. Las estrategias de los grandes empresarios es presentarnos ahora un contrato de semi-esclavitud hasta los 30 años y que a los 45 años se nos considere viejos para trabajar, porque llegará otro chaval al que exploten pagandole una cantidad irrisoria.

elbecario89blog

La mala acogida que ha tenido la medida   ha conseguido que la CEOE no presente está propuesta en eld ebate sobre la reforma del mercado de trabajo pero ha desnudado sus verguenzas y sus más bajos instintos. No permitamos bajo ningún concepto que se nos pretenda imponer un modelo en el que cualquier trabajador realice su actividad en condiciones que no sean dignas. Debemos trabajar en la dirección opuesta,  un camino que nos lleve a pelear para que ningún trabajador pueda ser explotado mientras la empresa que lo contrata recoge cada año volúmenes ingentes de beneficio.

¡NO A UN SISTEMA LABORAL PRECARIO!

¡DIGNIFIQUEMOS EL EMPLEO JOVEN!

Un ejercicio de autocrítica

Aunque podríamos desde estas líneas enumerar de nuevo todos los errores cometidos o acusar una vez más a los principales responsables de la situación económica que estamos padeciendo, creo que ya se ha escrito suficiente sobre estos temas, y sobre todo por autores mucho más capacitados que yo como para aburrir a nadie con nuevas disquisiciones sobre el tema. Sin embargo creo que todavía quedan muchos conceptos preconcebidos, sabiduría convencional que diría Galbraith, sobre los que merece la pena dedicar unas líneas. La idea que me gustaría tratar aquí es el asunto de la responsabilidad frente a la crisis. Si bien, resulta innegable que el grado de culpabilidad de algunos actores es exponencialmente mayor que el de otros, no debemos dejar de decir que frente a lo comúnmente defendido, la culpa de esta situación no es de unos pocos, sino que es de todos, y cuando digo todos me refiero no sólo a todos los banqueros, sino a todos nosotros, y entre ellos yo el primero.

La autocrítica nos impide que nuestro ego crezca sin parar. Además nos hace más humildes y no acusar de todos los errores de la sociedad a los demás. Todas nuestras decisiones tienen influencia en el devenir de los acontecimientos económicos a nivel global

En los últimos 20 años hemos vivido envueltos en una cultura de exaltación del beneficio individual tan desmesurada, que parecía mentira que no nos diéramos cuenta. El lema parecía ser; “si es bueno para mí, no importa que sea malo para los demás”. Bajo esta premisa, entre todos hemos consentido una serie de acciones que aunque parezcan triviales han sido en realidad la raíz última del problema. Todos juntos hemos aceptado como dogmas de fe ideas tales como que los impuestos son algo negativo, que lo público y gratuito es siempre peor que lo privado y de pago, que el fraude contra el estado no es sólo algo inevitable si no que muchas veces es aceptable, que lo importante es que un producto sea barato aunque este se produzca en condiciones de semiesclavitud o que el dinero fácil que traía la especulación inmobiliaria era un sinónimo de riqueza y no de pobreza nacional. Y ahora gracias a estas acciones nos hemos chocado de bruces con las consecuencias: unos ingresos fiscales insuficientes para hacer frente a los periodos de crisis, unos servicios públicos deteriorados, una economía sumergida que dificulta la búsqueda de soluciones, una deslocalización industrial hacia países sin derechos laborales contra los que no podemos competir y una geografía abarrotada de mazacotes de cemento que jamás se podrán rentabilizar.

Hemos vivido una época que creía que la libertad era pagar menos impuestos para poder comprar más televisores planos, y que sacrificaba a la hoguera del libre mercado cualquier concepto que estuviera relacionado con el bienestar colectivo, y ahora nos encontramos con que resulta que la libertad está más relacionada con la edad de jubilación que con las veces que cambiamos de teléfono móvil.

Sin embargo no me gustaría tampoco olvidar ahora alguna que otra iniciativa valiente tomada durante estos años que iba en la dirección correcta, como la Ley de Dependencia. Que entre otras cosas buscaba reconocer y a ayudar a todas aquellas personas que por desgracia no pueden valerse por si mismas, y sobre todo a las familias que las atienden (y no olvidemos que cuando se dice familia, nos referimos principalmente a la mujer, que es la que siempre suele asumir todas las cargas familiares tradicionalmente en nuestra sociedad), y que no sólo ha servido para generar empleo de calidad, si no que ha creado riqueza y sobre todo bienestar (aunque todavía de manera insuficiente), que es en última instancia el fin de toda sociedad política. Y es que como muy bien dice el maestro Vicenç Navarro, la economía no es un fin, si no un medio para lograr la satisfacción de las necesidades importantes de la sociedad, que es el leitmotiv que siempre movió a la Socialdemocracia europea.

Es hora por tanto de que nos demos cuenta de que sólo lograremos satisfacer las carencias vitales de la sociedad, cuando estemos dispuestos a renunciar a las exigencias superfluas de un irracional sistema individualista en favor de las cosas realmente importantes para el conjunto de los ciudadan@s, como son la educación, la sanidad, el medioambiente o el espacio social de convivencia, que está justo en las antípodas de lo que hasta ahora habíamos estado buscando.

Hacía otro Madrid.

IMG_0015La posibiliadad de conseguir un Madrid más sostenible, dinámico y que apoveche mejor sus recusos es posible. Ese es el mensaje que trasladó esta tarde el concejal potavoz de ubanismo y vivienda en el ayuntamiento de Madrid, Daniel Vicente Viondi.

Viondi no ocultó en ningún momento su malestar por las políticas en materia de urbanismo llevadas a cabo por el ayuntamiento “estamos ante un modelo que ha fracasado, que no está adaptado a los nuevos tiempos”. “La ciudad de Madrid, aún está en crecimiento, pero las zonas del centro de la ciudad se están viendo desatendidas en favor de la creación de barrios en la periferia a los que se les priva del pequeño comercio y de espacios de disfrute público”

“La gestión de recursos del ayuntamiento no puede ser peor, con la elevada deuda de la EMV, que además no cumple su función de la adjudicación de vivienda social. Esta deuda viene derivada en gran aprte por la adquisición de suelo industrial por parte de la EMV, algo que es contrario a sus propios estatutos tras la última modificación de los mismos”.

Dani quiso poner el ejemplo de municipios como Alcorcón o Getafe donde sus empresas municipales cumplen con su tarea y “además generan un beneficio que se destina a fomento de actividades deportivas o culturales”. Lo contrario que en Madrid donde la ineficaz gestión económica maltrata a las instituciones culturales haciendo perder unos de los potenciales más grandes de nuestra ciudad.

Los compañeros de chamberí trasladamos al concejal preocupaciones que nos tocan muy de cerca como el asunto del Beti-Jai o del campo de golf.

“Ambos asuntos los plantearemos mañana mismo en el ayuntamiento, en el caso del campo de golf no queda duda, vamos a exigir al ayuntamiento que cumpla la ley, y eso pasa por el cierre inmediato de unas instalaciones que están construidas sin licencia municipal y que el único argumento que legalizaba su construcción acaba de ser tumbado por el TSJM”.

Se trataron temas muy diversos relativos también a la movilidad como el fomento del transporte público y de la bicicleta como vehículos de necesario impulso en nuestra ciudad.

En esta charla, enmarcada dentro de las jornadas de municipalismo que organiza la agrupación socialista de chamberí, se trató el tema del papel de las juntas de distrito. “Creo que en con una actividad coordinada podrían tener un papel muy impotante en el asunto de la rehabilitación de inmuebles”. Dani, quiso ir algo más allá en el acto y quiso revestirlo de ideologia

“Claro que hay un urbanismo de izquierdas, que se refleja en un modelo más sostenible y con amplios espacios públicos integrados en la ciudad, para darle a esta un mayor dinamismo. Debemos también buscar un cambio en la concepción indiviualista de la propiedad de una vivienda como objetivo fundamental en la vida de una persona y fomentar la cultura del alquiler como se hace en otros países de Europa”.

Madrid tiene un futuro mejor y eso pasa por un cambio en las políticas y en los dirigentes. Los Socialistas de Chamberí y Dani Viondi mostramos nuestra voluntad de trabajar para conseguirlo.

Las Ruinas de Haití

Releyendo las páginas de los grandes diarios acerca de la catástrofe ocurrida en Haití, no es difícil encontrar diferentes culpables de lo ocurrido que van, desde las explicaciones más repetidas, como la inestabilidad política o el subdesarrollo económico, hasta las más desafortunadas, como la ofrecida por Pat Robertson, ex candidato a la Casa Blanca y telepredicador de la CBN, que defendió que la culpa del terremoto radicaba en el pacto que Haití hizo con el diablo para lograr su independencia.

Llama la atención sin embargo, que ningún medio de comunicación haya explicado detenidamente, por ejemplo, que  tras la llegada de Cristóbal Colón, la población de Haití pasó de medio millón de habitantes a tan solo 11.000 en apenas 30 años, lo que hubo de ser remediado mediante la importación masiva de miles de seres humanos traídos como esclavos desde las costas africanas. Es curioso también,  que no cuenten que siglos después, y tras pasar la colonia a manos francesas, los esclavos negros, influenciados por los aires revolucionarios llegados de la metrópoli, comenzaron una sublevación que sería contestada militarmente por Napoleón. Olvidan además, que tras una larga y devastadora guerra, y después de aceptar el pago de una indemnización de 150 millones de francos a los ex colonos franceses, (indemnización que tardaría en pagar más de 100 años y que equivaldría más o menos a 21.700 millones de dólares o lo que es lo mismo a 40 veces el presupuesto anual del gobierno antes del terremoto) los haitianos lograron su independencia aboliendo por vez primera la esclavitud en el continente, lo que provocó sin embargo, un rechazo generalizado en los demás estados americanos que sometieron al nuevo país a un cruel aislamiento. Tampoco dicen que posteriormente, y para poder seguir haciendo frente al pago de su “deuda”, Haití necesitó pedir prestado dinero al CITIBANK de Nueva York. Y que este, ante la continua falta de pago por parte de las autoridades haitianas no dudó en recurrir al ejército norteamericano en 1915, a fin de lograr el pago de las “letras atrasadas”. Por último no menciona nadie que la invasión de Haití por EE.UU.  se saldo con la conversión del Banco Nacional en una sucursal del CITIBANK, y que posteriormente se sucedieron numerosas dictaduras inestables apoyadas por occidente y otras tantas invasiones que hicieron de Haití el lugar que hasta hace poco conocíamos.

Por otro lado, y aunque podríamos profundizar aun más en la trágica historia de Haití, no querría cerrar estas líneas sin dedicar unas palabras a las políticas de desarrollo establecidas en Haití por el FMI en los últimos años, que al mismo tiempo que promovía sus conocidas recetas de “liberalización” de los servicios públicos, desarrolló una política agraria que alimento un circulo vicioso de la pobreza que se podría resumir básicamente en los siguientes puntos.

1º Concesión de préstamos para la adquisición de maquinaría procedente de los países desarrollados en aras de aumentar la producción agrícola.

2º Aumento de las tierras de monocultivo con la consiguiente expulsión de sus propietarios que se ven forzados a emigrar a la capital.

3º Aumento de la producción mundial de dicho monocultivo que conlleva una bajada del precio del mismo en el mercado agrícola internacional y por lo tanto menores ingresos para el país productor.

4º Este a su vez debe endeudarse nuevamente para aumentar la producción y así poder compensar la bajada de ingresos ante la acuciante necesidad de pagar los préstamos obtenidos previamente.

Después de todo quizás cabría corregir al Reverendo Robertson, diciendo que el error de Haití no fue pactar con el diablo, fue pactar con nosotros.

La sentencia contra la libertad.

dnn24122009img_0031_1En el 2009 hemos atendido insólitos a como el sistema judicial español nos regalaba algunos asuntos que ponen de manifiesto el deterioro que empieza a asolar en el sistema y que de no poner remedio se convertirá en una  grave lacra para la salud democrática del país. Por un lado tenemos a jueces que protegen a políticos corruptos, por otro lado  jueces que son querellados por intentar investigar los crímenes de la dictadura franquista y por último la grave decisión de limitar el principio de justicia universal.

Pero 2010 nos recibía con otro rotundo golpe, que pone de manifiesto el desvarío en que parece vivir actualmente el sistema judicial español. El juez de lo Penal de Madrid, Ricardo Rodríguez dictó penas de cárcel, un año y nueve meses, para los periodistas de la Cadena SER, Rodolfo Irago y Daniel Anido por publicar en la web de la cadena, los nombres de las personas que se habían afiliado de manera irregular al Partido Popular, vulnerando los propios estatutos de su partido, con el fin de desbancar a un dirigente afín a Alberto Ruiz Gallardón para sustituirlo por alguien cercano a las tesis de Esperanza Aguirre.

La sentencia es un atropello, porque pone de manifiesto como un magistrado puede hacer una interpretación tan nefasta y desafortunada del texto constitucional. En el artículo 20 de nuestra constitución, se recoge el derecho a comunicar libremente información veraz por cualquier medio de difusión, pero el criterio del Sr. Rodríguez es que internet  no es un medio de comunicación social “sino universal”.  Repetimos que la constitución habla de cualquier medio de difusión y ¿qué es internet sino el principal medio de difusión?

Por otro lado se vulnera también, el hecho de que la noticia sea veraz y que se haya obtenido mediante métodos diligentes, algo que el propio magistrado confirma en su sentencia. Lo confirma pero para él, eso carece de valor. Al margen del enorme impacto que tuvo el artículo sobre este tema del señor Cebrián, es sorprendente como la sociedad, empezando por los partidos políticos, ha permanecido impasible ante una clara violación de los principios constitucionales. La revelación de datos que hicieron Anido e Irago, la hicieron en el ejercicio de su profesión de periodistas y como profesionales de la información, su deber no es otro que el de sacar a la luz e informar a la ciudadanía de aquellos acontecimientos que vengan a torpedear nuestro sistema. Ambos están cumpliendo con su misión de servicio a la sociedad, y a cambio lo que se encuentran es una sentencia, que les puede llevar a la cárcel como si de malhechores de la peor calaña se tratase. Afortunadamente el hecho de que la pena sea inferior a dos años y que ninguno tiene antecedentes penales evitaría en principio que acabasen en prisión, pero eso no quita para que el mero hecho de considerarles culpables nos deba parecer un inmenso error. Esto si que es una patada contra la libertad.

La consecuencia de una sentencia como ésta puede ser que los periodistas, incluso los ciudadanos comunes, pierdan su libertad de expresión

Como estudiante de periodismo,el pesimismo que ahora me invade es enorme, me acechan las dudas de si en el futuro podré ejercer mi profesión con plena libertad. Estoy plenamente convencido de que un sistema con una justicia inoperante es una lacra para la democracia. Un sistema sin justicia no puede ser democrático, debemos reaccionar para que no se haga irremediable esa paulatina pérdida de sentido que tiene una justicia, que además de ser extremadamente lenta, ahora también actúa contra aquellos que mejor servicio pueden prestar a nuestro país. Pero hasta que la reacción tenga lugar, Anido, Irago o el Juez Garzón tendrán que sentarse en el banquillo de los acusados, mientras que los corruptos y los criminales internacionales camparán tranquilos, sabedores de su impunidad.

¿Justicia o Injusticia Universal?

 

Se entiende, como principio de Justicia Universal, el que invoca un Estado con el fin de perseguir hechos cometidos por españoles o por extranjero, fuera del territorio nacional, cuando lesionan determinados bienes jurídicos reconocidos por toda la comunidad internacional. Bienes jurídicos, en cuya protección, la comunidad internacional se encuentra interesada, normalmente por su especial relación con la idea de “dignidad humana”. Es decir, que se presupone como fundamento, como legitimación de este principio, no el perseguir intereses o proteger bienes jurídicos de los ciudadanos de un Estado determinado, sino que son considerados por la comunidad internacional como dignos de protección. Es precisamente esta cuestión, la que ha sido olvidada por los parlamentarios españoles tras la reforma de la Justicia Universal llevada a cabo recientemente.

En España, el principio de Justicia Universal se encuentra regulado en el artículo 23, 4 de la Ley orgánica del Poder Judicial (LOPJ), que establece la competencia de la jurisdicción española para conocer de los hechos cometidos fuera del territorio que sean calificados, en base a la ley española, como alguno de los siguientes delitos: genocidio, terrorismo, piratería, falsificación de moneda extranjera, los relativos a la prostitución, tráfico ilegal de drogas psicotrópicas, los relativos a la mutilación genital y cualquier otro que según los tratados o convenios internacionales deba ser perseguido en España. Antes de la actual reforma, dicha regulación contemplaba el principio de Justicia Universal, tal como hemos dicho antes, es decir, con la intención de proteger intereses reconocidos por la comunidad internacional y no únicamente españoles, cuestión que ya fue examinada por el Tribunal Constitucional, que en la Sentencia 237/2005, de 26 de septiembre, anuló una decisión del Tribunal Supremo que ya pretendía exigir intereses españoles a la hora de invocar el principio. Nuestro Tribunal Constitucional, determinó que no es necesaria la existencia de intereses españoles para mantener la competencia extraterritorial llevando la contraria tanto a la resolución anterior del Tribunal Supremo, como a la actual situación jurídica de la Justicia Universal tras su reforma.

Sin embargo, pese a la Sentencia del Tribunal Constitucional y los importantes avances en materia de Justicia Universal que supusieron los procesos desarrollados desde la Audiencia Nacional (caso Scilingo, caso Pinochet, etc), los grupos parlamentarios mayoritarios han decidido limitar dicho principio (llegando tal vez a terminar con su razón de ser) añadiendo en el artículo 23, 4 de la LOPJ lo siguiente:

para que puedan conocer los Tribunales españoles de los anteriores delitos deberá quedar acreditado que sus presuntos responsables se encuentran en España o que existen víctimas de nacionalidad española, o constatarse algún vínculo de conexión relevante con España.

¿Qué ha llevado a los parlamentarios españoles a tomar esta decisión? Probablemente, han sido los problemas políticos y diplomáticos que han generado estos procesos, lo que ha llevado al Parlamento a recortar la Justicia Universal,  es decir, ha primado el pragmatismo sobre la “Justicia”. En mi opinión, estamos ante un asunto de gran relevancia, debido al poco o nulo poder que tienen los tribunales internacionales para juzgar los delitos de lesa humanidad que se cometen en el mundo. En mi modelo ideal de sociedad mundial, me gustaría que existiera un Tribunal Penal Internacional, que fuera competente para conocer de todos los delitos cometidos contra la humanidad en cualquier lugar del mundo, sin embargo, siendo realistas, los únicos avances en relación con la justicia en el mundo de los últimos años han venido de la aplicación del principio de Justicia Universal por parte de los tribunales nacionales.

En definitiva, si consideramos la situación de la justicia en el mundo como algo preocupante y si queremos acabar con la impunidad en el mundo, no podemos permitirnos dar un paso atrás limitando el principio de Justicia Universal de esta forma.

Relativismo Moral

 El derecho penal ha progresado paralelamente a la sociedad para hacer que las leyes que promulgan sean lo más parecidas en cada época a lo que se considera justo y equiparable a los derechos humanos vigentes. Los DDHH como bien indican su nombre dignifican la condición del hombre como individuo y como colectivo. Si hacemos una valoración jurídica en términos de derecho comparado, nos encontramos con que los países de nuestro entorno permiten lo que ahora se plantea aquí como justa aportación al desarrollo en libertad de la vida de la mujer.

Así pues, la justicia ha tenido que entrontrar especialistas en aspectos morales y técnicos o relativos a la ciencia para una vez estudiados cada caso emitir leyes que engloben el análisis y las conclusiones de dichos expertos independientes. Con esto se logra alejar los resultados de los expertos a ciertos relativismos morales. Es decir, todo sistema legal hace equiparables delitos en magnitud de forma, y hace que además de justas, las penas sean de igual magnitud, ante distintas formas de quebrantar la ley. La ecuanimidad de la justicia, del derecho y de las leyes son la base de que la sociedad esté ordenada adecuadamente, pues todo el que vaya a violar una ley sabe la gravedad de su castigo fácilmente.

El error en el que incurrimos cuando no se tienen a la justicia, las leyes con su consecuente Código Penal y la política como bases morales de actuación, es el relativismo moral. Este relativismo moral se acentúa si la base de comparación son ideas religiosas basadas en creencias no científicas o éticas concretas, sino en opiniones personales o simplemente supersticiones. Cuando se emite un juicio de valor, basado en estas últimas posturas, terminamos por tener un sistema relativista, es decir ni justo ni ecuánime.

Es lo que está sucediendo con el caso de la campaña de desprestigio por parte de la Conferencia Episcopal contra la reforma de la Ley Orgánica de Salud Sexual y Reproductiva y de la Interrupción Voluntaria del Embarazo. Hasta ahora, no se han dado motivos relativos a esta ley que criticar, solo se ha ido 30 años atrás para intentar volver a posturas preconstitucionales, en donde el aborto estaba reconocido como un delito. La realidad es que el texto que se está debatiendo abarca, de manera integral, cuestiones de salud sexual y reproductiva, implementando una serie de medidas sanitarias, preventivas y educativas, para evitar, en la medida de lo posible, la materialización de una situación que tiene una solución compleja.

¿Por qué se vuelve al relativismo moral? Han decidido amenazar, cual Tribunal de la Inquisición, con la excomunión a todo político católico que apoye la reforma de dicha Ley. Relativismo porque las penas que imponen contra otros pecados católicos, no se basan en la justicia, sino en la propia creencia del que opine sobre ellos, ya sean tribunales eclesiásticos o no. Así pues, podemos tener a individios condenados por delitos tipificados por el Código penal, como ya hemos visto casos de violadores, maltratadores, pederastas que procesen la religión católica que nunca serán excomulgados. Incluso a algunos que han jurado sus votos en la Iglesia que  siguen en sus cargos. Sin embargo sí quieren excomulgar a individuos que no han incurrido en ningún delito tipificado, como es apoyar la reforma de una Ley.

Esta reforma que además se centra en poner más control y mejorar las condiciones de tener que efectuar la triste situación de un aborto. No para que aborte más gente, sino para que la mujer que llegue a esta decisión, lo haga en los plazos establecidos previamente por el comité científico, en una clínica que cumpla ciertas normas y sabiendo que nunca va a ser juzgada si cumple estas premisas legales.

Parece una situación anacrónica de la que le a va a costar salir a esta “Santa” Iglesia Apostólica y Romana sin perder algún adepto más.

 

Ángel Martínez con la colaboración de Jesús Fernández  (Sec. Provincial  Innov. y NNTT  PSOE A Coruña)
Correcciones de estilo por María Gómez (VP. y Sec. Igualdad de JSCh)

Desprecio

Estos días los periódicos, los noticieros y las tertulias se colman de las mismas noticias, relacionadas todas con el mismo asunto. Hasta el punto de eclipsar las buenas nuevas.

La situación se está volviendo abochornante porque el responsable de cocinas del barco decide no tirar las manzanas podridas del barril a la mar y dejarlas a su suerte, sin darse cuenta de que no sirven de nada útil y contribuyen a que la podredumbre se extienda. Sin embargo, esta persona parece no ser consciente de lo que en realidad está permitiendo que suceda con su pusilanimidad y falta de determinación.

La corrupción no es que sea contagiosa, es que está llegando a afectar a algo mucho más valioso de lo que se pueda ver a priori. Dejando a un lado las “tiradas de la manta” y las diferentes estrategias espaciales, las posibles venganzas, traiciones y demás en el seno de lo que es uno de los representantes del pueblo con mayor presencia, no se atiende a quien es el mayor perjudicado de esta falta de decisión.

Los retóricos políticos afirman que un gobierno no se ve afectado por un problema externo a él en cuanto tal, pero que su actuación al respecto puede resultar muy  perjudicial a la hora de rendir cuentas. La incapacidad de decisión está mermando lentamente no a un partido político, si no al sistema democrático de derecho vigente.

La concesión de mantener en cargos públicos a las manzanas podridas es una postura que nos perjudica a todos: es una postura punzante. Y nos afecta a todos porque todos hemos tomado una decisión sobre quién queremos que nos represente. Las corruptelas dentro de un partido nos afectan a todos los ciudadanos y, más aún, nos hacen que desconfiemos del mismo sistema político. Las demagogias, los tipos genéricos, las generalidades son un síntoma claro de cómo se puede desestructurar un sistema político joven y que se ve afectado más de lo que se cree por las faltas de respeto de quienes lo constituyen.

No es razonable, por mucho que nos dejemos llevar por las pasiones, decir que todos los candidatos electos de un partido político son antidemócratas, sectarios y que favorecen solamente a ciertos estratos sociales. Pero en el periodo que nos ha tocado vivir, quizá sí se puede decir que las personas imputadas (por un poder judicial independiente) y aquellas que las mantienen en sus puestos sí son antidemócratas cuyos intereses personales y de partido (mucho aventuro con esta segunda afirmación, me parece a mí) son antepuestos a la salud democrática de este país. Y como sucede en casi todas partes, el hoy es noticia, el ayer es historia y los votantes son muy olvidadizos, por lo que, si es cierta su inocencia, podrán volver a apalancarse en sus grandes sillones esperando a que la suerte vuelva a pasearse pidiéndoles consuelo.

María Gómez Álvarez
Vicesecretaria General y Secretaria de Igualdad de JSCh

OBAMA Y ZAPATERO. EL RETORNO DE LA DIPLOMACIA

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 Nada más llegar a la Moncloa tras su primera victoria electoral en 2004, Zapatero cumplió su promesa y retiro las tropas españolas en Irak, llevadas allí por el servilismo del gobierno Aznar ante la administración Bush. Aquel gesto le costó a Zapatero el desprecio del gobierno Bush durante su primera legislatura y la crítica de muchos por lo inoportuno de tener enfadada a la primera potencia mundial.

A partir de 2008 todo cambió, Zapatero revalidó su victoria en las urnas y en Estados Unidos se desató el fenómeno Obama. Si bien es cierto que lo de Obama de momento son sólo grandes discursos y buenas intenciones, ya es desde luego bastante más de lo que nos ofrecía el señor Bush.

La política de la nueva administración estadounidense defiende unas relaciones internacionales multilaterales. Obama ha sido capaz de ceder el liderazgo de la resolución del conflicto hondureño a Lula, Bush probablemente habría bombardeado Tegucigalpa.

Este giro hacía el dialogo y la razón en el gobierno Estadounidense ha abierto de nuevo las puertas de la Casa Blanca al gobierno de Zapatero. La reunión de ayer, supone un espaldarazo para las aspiraciones internacionales de Zapatero, pero quizás signifique más para Obama que ha encontrado un gran aliado con peso en Europa, pues le corresponde a España ejercer la próxima presidencia de turno de la UE.

Se nota afinidad entre ellos, pero sin llegar a recordad el patético “Ansar, my friend” o la famosa foto de los pies encima de la mesa. La relación es en otro tono de mayor cordialidad y menos frivolidad. Zapatero garantizó apoyo a Obama en el conflicto afgano y este mostró su admiración por la red de transportes española y su compromiso con las nuevas tecnologías y la economía verde. España fue calificada en estos ámbitos como “líder mundial”.

En fin fue un acontecimiento importante, quizás no planetario, pero si muy importante.

 

Fuente:Atrévete a Saber  por Víctor Ruiz de Almirón     Foto: Reuters

Miedo

Una de las próximas actividades proyectadas desde las Juventudes Socialistas de Chamberí será un debate con las nuevas generaciones del PP y los jóvenes de IU. Los temas a tratar ya están decididos de antemano, casi calcados de los titulares de los periódicos, así como las argumentaciones de unos y otros: crisis  económica, subida de impuestos, reforma laboral, política internacional, etc. Temas muy trillados, no poco complejos y difíciles de tratar en un debate tan corto, y en el que en principio participarán seis personas. Por lo que las conclusiones también son fácilmente predecibles, cada uno de los contrincantes volverá a su casa pensando igual, tras haber mostrado el argumentario aprendido, y haber sido jaleado por sus compañeros de partido.

A mí me gustaría ir a la raíz de nuestras diferencias, ¿por qué unos jóvenes han elegido un partido y otros otro? En el debate sobre las elecciones europeas, Mayor Oreja no dejaba de hablar de  valores, lo cual me hizo reflexionar, ¿Cuáles son esos valores que marcan la diferencia entre izquierda y derecha? Bien, es un asunto que daría para una tesis doctoral, pero hay algunas  cuestiones evidentes, el conservadurismo pretende conservar (en principio determinados elementos de la cultura o tradiciones consideradas como positivas) y el progresismo, como la palabra  indica, progresar. La izquierda abraza la posibilidad del cambio hacia un mundo mejor, desde una perspectiva optimista, mientras que la derecha supone un cierto inmovilismo, un estancamiento y en definitiva, un miedo al cambio. Decir que el miedo define a la derecha no es una simple descalificación.

Si estudiamos la auto ubicación ideológica de los españoles a lo largo de 30 años, veremos que las oscilaciones izquierda-derecha son claras. Los picos de máxima intención de voto a la derecha se han dado cuando se han producido atentados de ETA, en concreto, el mayor porcentaje de voto a la derecha se dio con el asesinato de Miguel Ángel Blanco, así como en épocas de galopante crisis, corrupción, etc. Por no hablar de los momentos en los que ha ascendido la extrema derecha en Europa. En cambio, la tendencia al voto de la izquierda, se ha dado en épocas de optimismo, treguas con ETA, etc. No son casualidad los mensajes catastrofistas de la derecha (desintegración y balcanización de España,  crisis económica dramática, desintegración de la familia, miedo a la inmigración, nacionalismos, etc.), así que la conclusión es clara: El miedo les da votos.

He querido titular este artículo con esta sensación que marca diferencias: El miedo. Lo que más seguridad da en la vida es imitar lo que hicieron tus padres y abuelos, seguir la tradición de tus ancestros (valores muy consecuentemente enraizados en el patriotismo abanderado por la derecha), perpetuar esas costumbres siguiendo la vereda ya marcada sin salirse del camino. Según la Biblia hay que permanecer en el rebaño, y la oveja extraviada volverá al buen camino con la ayuda de Dios. Como jóvenes, debemos explorar caminos, a veces peligrosos, a veces equivocados. Como dijo Stuart Mill, la sociedad suele ejercer la peor de las tiranías, de forma sigilosa entra en nuestras casas y la tiranía de las mayorías acaba oprimiendo nuestras almas. Pero no es fácil, para cambiar y mejorar hay que arriesgar. Efectivamente, salirse del camino y romper con el yugo opresor de la sociedad, duele. Les dolió a las primeras mujeres que se divorciaron o que comenzaron a trabajar fuera de casa, a los primeros homosexuales en darse la mano en público, a Clara Campoamor cuando exigió el voto femenino, y a tantas otras personas anónimas que con sus pequeñas luchas hicieron avanzar a la sociedad. Personas que  reclamaron derechos inconcebibles para su época, y a las cuales debemos tanto. Gracias a ellas se progresó.

Se trata de la clásica dicotomía entre libertad y seguridad, las personas de izquierda suelen valorar por encima la libertad, y viceversa. Me refiero, ya no sólo a hechos como suprimir derechos civiles y libertades en pro de la seguridad del Estado u organizar guerras preventivas para luchar contra el terrorismo. Me refiero a los valores más íntimos de la derecha, aquellos que subyacen en cada una de sus decisiones y opciones vitales.  Y es el miedo y el pánico a lo diferente lo que atenaza a la derecha. No paso por alto los peligros que puede conllevar un excesivo idealismo, y las cosas buenas que ha ido solidificando ese “ensayo y error” que es la historia. Y que se pueden conservar. Pero siempre se puede ir a mejor. La izquierda no niega la institución de la familia o la “familia normal” de Mayor Oreja, pero tampoco se pueden negar los nuevos modelos de familia que ya existen en la sociedad y que la hacen más libre ¿Como se le puede decir a una familia monoparental que no es una familia normal?

Desde la visión de la derecha, parece que si nos planteamos algo más allá de lo establecido, si pensamos individualmente por nuestra cuenta y riesgo, está mal. Sin duda, lo que más seguridad da es tener unas creencias férreas, dogmáticas, que no te permitan dudar. De esta manera, se puede llegar a ser un “hombre de bien” que distingue claramente entre el bien y el mal, entre la virtud y el pecado, y que tiene la verdad en su mano. Es un hombre que no duda, porque tiene el sentido común de verlo todo claro, y critica ese relativismo de la izquierda. Entonces, ¿Para que probar, conocer o viajar? ¿Para que explorar otras culturas o religiones tratando de comprenderlas? ¿Para que convivir con personas que entienden la vida de forma diferente? No vaya a ser que no tengáis la verdad absoluta y os hagan dudar. Personalmente, me genera desazón ver a gente joven con estos corsés, cuanto más fuertes, mejor. Al final es una cuestión de visión personal de la vida. Yo me considero optimista, pienso que las cosas pueden cambiar, ir a mejor, y en definitiva, progresar. Y esto precisamente es lo que me horroriza y me gustaría plantearles en el debate a las Nuevas Generaciones: ¿cómo siendo jóvenes podéis tener ese miedo al cambio? ¿Cómo os conformáis con lo ya hecho, escrito, pensado… y establecido? ¿Dónde están esas virtudes tan propias de la juventud, como son la energía, las ganas de hacer las cosas de otra manera o el ansia de algo mejor…? ¿Cómo lo perdisteis tan rápido? ¿Quién os robó el placer de ser joven? ¿Dónde está esa alegría de creer que todo se puede hacer? Ese realismo del que suelen hacer gala, no es sino pesimismo e inmovilismo, es un miedo al cambio más propio de la vejez.

Paulino Rodríguez Becedas
Secretario de Organización JSCH