Miedo

Una de las próximas actividades proyectadas desde las Juventudes Socialistas de Chamberí será un debate con las nuevas generaciones del PP y los jóvenes de IU. Los temas a tratar ya están decididos de antemano, casi calcados de los titulares de los periódicos, así como las argumentaciones de unos y otros: crisis  económica, subida de impuestos, reforma laboral, política internacional, etc. Temas muy trillados, no poco complejos y difíciles de tratar en un debate tan corto, y en el que en principio participarán seis personas. Por lo que las conclusiones también son fácilmente predecibles, cada uno de los contrincantes volverá a su casa pensando igual, tras haber mostrado el argumentario aprendido, y haber sido jaleado por sus compañeros de partido.

A mí me gustaría ir a la raíz de nuestras diferencias, ¿por qué unos jóvenes han elegido un partido y otros otro? En el debate sobre las elecciones europeas, Mayor Oreja no dejaba de hablar de  valores, lo cual me hizo reflexionar, ¿Cuáles son esos valores que marcan la diferencia entre izquierda y derecha? Bien, es un asunto que daría para una tesis doctoral, pero hay algunas  cuestiones evidentes, el conservadurismo pretende conservar (en principio determinados elementos de la cultura o tradiciones consideradas como positivas) y el progresismo, como la palabra  indica, progresar. La izquierda abraza la posibilidad del cambio hacia un mundo mejor, desde una perspectiva optimista, mientras que la derecha supone un cierto inmovilismo, un estancamiento y en definitiva, un miedo al cambio. Decir que el miedo define a la derecha no es una simple descalificación.

Si estudiamos la auto ubicación ideológica de los españoles a lo largo de 30 años, veremos que las oscilaciones izquierda-derecha son claras. Los picos de máxima intención de voto a la derecha se han dado cuando se han producido atentados de ETA, en concreto, el mayor porcentaje de voto a la derecha se dio con el asesinato de Miguel Ángel Blanco, así como en épocas de galopante crisis, corrupción, etc. Por no hablar de los momentos en los que ha ascendido la extrema derecha en Europa. En cambio, la tendencia al voto de la izquierda, se ha dado en épocas de optimismo, treguas con ETA, etc. No son casualidad los mensajes catastrofistas de la derecha (desintegración y balcanización de España,  crisis económica dramática, desintegración de la familia, miedo a la inmigración, nacionalismos, etc.), así que la conclusión es clara: El miedo les da votos.

He querido titular este artículo con esta sensación que marca diferencias: El miedo. Lo que más seguridad da en la vida es imitar lo que hicieron tus padres y abuelos, seguir la tradición de tus ancestros (valores muy consecuentemente enraizados en el patriotismo abanderado por la derecha), perpetuar esas costumbres siguiendo la vereda ya marcada sin salirse del camino. Según la Biblia hay que permanecer en el rebaño, y la oveja extraviada volverá al buen camino con la ayuda de Dios. Como jóvenes, debemos explorar caminos, a veces peligrosos, a veces equivocados. Como dijo Stuart Mill, la sociedad suele ejercer la peor de las tiranías, de forma sigilosa entra en nuestras casas y la tiranía de las mayorías acaba oprimiendo nuestras almas. Pero no es fácil, para cambiar y mejorar hay que arriesgar. Efectivamente, salirse del camino y romper con el yugo opresor de la sociedad, duele. Les dolió a las primeras mujeres que se divorciaron o que comenzaron a trabajar fuera de casa, a los primeros homosexuales en darse la mano en público, a Clara Campoamor cuando exigió el voto femenino, y a tantas otras personas anónimas que con sus pequeñas luchas hicieron avanzar a la sociedad. Personas que  reclamaron derechos inconcebibles para su época, y a las cuales debemos tanto. Gracias a ellas se progresó.

Se trata de la clásica dicotomía entre libertad y seguridad, las personas de izquierda suelen valorar por encima la libertad, y viceversa. Me refiero, ya no sólo a hechos como suprimir derechos civiles y libertades en pro de la seguridad del Estado u organizar guerras preventivas para luchar contra el terrorismo. Me refiero a los valores más íntimos de la derecha, aquellos que subyacen en cada una de sus decisiones y opciones vitales.  Y es el miedo y el pánico a lo diferente lo que atenaza a la derecha. No paso por alto los peligros que puede conllevar un excesivo idealismo, y las cosas buenas que ha ido solidificando ese “ensayo y error” que es la historia. Y que se pueden conservar. Pero siempre se puede ir a mejor. La izquierda no niega la institución de la familia o la “familia normal” de Mayor Oreja, pero tampoco se pueden negar los nuevos modelos de familia que ya existen en la sociedad y que la hacen más libre ¿Como se le puede decir a una familia monoparental que no es una familia normal?

Desde la visión de la derecha, parece que si nos planteamos algo más allá de lo establecido, si pensamos individualmente por nuestra cuenta y riesgo, está mal. Sin duda, lo que más seguridad da es tener unas creencias férreas, dogmáticas, que no te permitan dudar. De esta manera, se puede llegar a ser un “hombre de bien” que distingue claramente entre el bien y el mal, entre la virtud y el pecado, y que tiene la verdad en su mano. Es un hombre que no duda, porque tiene el sentido común de verlo todo claro, y critica ese relativismo de la izquierda. Entonces, ¿Para que probar, conocer o viajar? ¿Para que explorar otras culturas o religiones tratando de comprenderlas? ¿Para que convivir con personas que entienden la vida de forma diferente? No vaya a ser que no tengáis la verdad absoluta y os hagan dudar. Personalmente, me genera desazón ver a gente joven con estos corsés, cuanto más fuertes, mejor. Al final es una cuestión de visión personal de la vida. Yo me considero optimista, pienso que las cosas pueden cambiar, ir a mejor, y en definitiva, progresar. Y esto precisamente es lo que me horroriza y me gustaría plantearles en el debate a las Nuevas Generaciones: ¿cómo siendo jóvenes podéis tener ese miedo al cambio? ¿Cómo os conformáis con lo ya hecho, escrito, pensado… y establecido? ¿Dónde están esas virtudes tan propias de la juventud, como son la energía, las ganas de hacer las cosas de otra manera o el ansia de algo mejor…? ¿Cómo lo perdisteis tan rápido? ¿Quién os robó el placer de ser joven? ¿Dónde está esa alegría de creer que todo se puede hacer? Ese realismo del que suelen hacer gala, no es sino pesimismo e inmovilismo, es un miedo al cambio más propio de la vejez.

Paulino Rodríguez Becedas
Secretario de Organización JSCH

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