El 7 de noviembre Madrid se tiñó de violeta

El germen violeta de la Marcha estatal contra las violencias machistas afloró en Valencia, a raíz de una gran preocupación por el elevado número de víctimas alcanzado en nuestro país a causa de la violencia de género. Un grupo de feministas levantinas decidieron manifestarse en la capital para visibilizar su apoyo a las víctimas. Iniciativa que en pocos meses, le han llovido apoyos y adhesiones provenientes de todo el territorio nacional. Contando con el explícito apoyo del Ayuntamiento de Madrid así como de otros 100 consistorios más que lucieron bandera violeta, se han registrado alrededor de 380 organizaciones feministas territoriales y 70 nacionales, y se han adherido mareas, formaciones de confluencia, diversas entidades en defensa de los Derechos Humanos, asociaciones y sindicatos. Así como de los principales partidos políticos PSOE, IU, Podemos y Ciudadanos, sin olvidar la incorporación en el último minuto del Partido Popular, quien hace escaso mes y medio votó en contra justamente de la  principal reivindicación de esta manifestación, un Pacto de Estado contra la violencia de género, siempre en ese constante equilibrismo entre la paradoja y el insulto a la inteligencia.

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Violencias, en plural, porque éstas trascienden del ámbito de la pareja o expareja, llegando a producirse también en el entorno laboral, social o los medios de comunicación y publicitarios. Violencias sobre la mujer por el simple hecho de serlo. Según datos del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, desde 2003, fecha en que se comenzó a contabilizar las víctimas, 807 mujeres han sido asesinadas a manos de sus parejas o exparejas. Exclusivamente en lo que va de año, el número de víctimas mortales asciende a 46 (38 mujeres y ocho menores) una cifra que podría incrementarse hasta las 51 de confirmarse los cinco casos que actualmente se encuentran en investigación. Sin embargo, la estadística sólo contabiliza las agresiones en el marco de una relación sentimental, por lo que se trataría de un recuento parcial.

Resulta llamativo que de las anteriores cifras de 2015, únicamente siete habían denunciado y sólo dos tenían medidas de protección. Cifras que hacen sonar todas las alarmas y que sin duda hacen tambalearse los pilares de cualquier Estado que se haga llamar democrático.Unas cifras que llenaron el sábado las calles de Madrid de personas que alzaron la voz al unísono diciendo que no lo toleran más, reivindicando medidas eficientes y eficaces, soluciones reales a un problema que, por su enjundia y gravedad, nos afecta a todos como sociedad. Miles de personas que se echaron a las calles desde la glorieta de Atocha hasta plaza de España gritando que el machismo mata y protestando contra el orden patriarcal establecido que sigue originando víctimas de forma incansable. Pancartas, lazos, batucadas para mostrar un absoluto rechazo a la falta de respuesta contundente al goteo constante de asesinatos machistas, al recorte producido en un 26% desde 2010 al presupuesto para la prevención de la violencia de género, a la disminución en un 61% a la que han sometido los recursos del programa específico para la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres en una sola década.

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Voces aunadas bajo el manifiesto del que se hizo lectura este 7N, y que reivindicaba principalmente, por un lado, que esta lucha sea cuestión de Estado, además del compromiso social, organizativo e institucional para con esta causa, una apuesta prioritaria en la agenda pública (implementar medidas de prevención y protección junto con una reversión de los recortes en estas políticas) y por otro, que la Ley Integral contra la Violencia de Género se amplíe a todas las formas de machismo violento que señala Naciones Unidas, como la agresión sexual o la mutilación genital femenina. También un cambio real y adecuado en el tratamiento del lenguaje por parte de los medios de comunicación, ya que aquél perpetúa los sexismos según sea su uso y contribuye a dar visibilidad a estas violencias.

El éxito de la Marcha estatal contra las violencias machistas ha sido rotundo, pero lo importante es lo que viene después. Espero que haya suficiente concienciación y compromiso cívico y político con esta causa, pues si una gran parte de la población no puede ejercer su ciudadanía plena, no hay democracia.

En memoria de las que nos faltan. Nos queremos vivas.

Carmen Gutiérrez

Secretaria de Justicia y Memoria Histórica de JSCh

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