Proyecto Europa 2030

El 14 de diciembre de 2007, el Consejo Europeo solicitó un informe al llamado Grupo de Reflexión para evaluar la situación actual de la Unión Europea, los problemas a los que deberá enfrentarse dentro de veinte años, y las respuestas que previsiblemente tendrá que adoptar.

Las conclusiones del informe son rotundas. Europa está en un punto de inflexión actualmente, que requiere sin más dilación tomar posiciones en común ante ciertos retos que se atisban, de los cuales muchos de ellos se están ya produciendo, y en un futuro se acentuarán.

Este grupo, conformado por personas de reputación internacional y de consideración dentro de la Unión Europea, aborda estos desafíos europeos por ámbitos diferenciados en función de su naturaleza política: modelo económico y social, políticas energéticas y medioambientales, seguridad interior y exterior o el envejecimiento de la población europea, entre otras. No nos engañemos, el informe no es revelador, todas las cuestiones abordadas, los problemas de los que alerta y las soluciones propuestas no son innovadoras, es más, son temas de sobra conocidos por todos. Por tanto el informe solicitado, y el elaborado finalmente, no perseguía demostrar nada nuevo, en todo caso explicar someramente una realidad existente.

Lo que a primera vista se deduce del informe son dos cosas: la primera que los problemas serán muchos, variados y de gran magnitud, y cuyas soluciones tendrán que adoptarse de forma urgente (lo que no se está haciendo), y la segunda es que destaca que Europa es una entidad con un gran potencial que puede dar respuestas a la altura de las circunstancias. Requisito imprescindible para ello es que no sólo se asuman esos problemas como inmediatos, sino que esas respuestas sean unánimes. La fortaleza de la Unión radica precisamente en eso, en la colaboración, coordinación y respuesta conjunta de todos sus miembros.

 Las respuestas nacionales a problemas comunes a todos los países y ciudadanos europeos tienen una repercusión limitada, muchas veces ninguna. Los problemas como el cambio climático o la seguridad interior no pueden tener una solución nacional porque el problema desborda, ya no sólo las fronteras del propio país sino incluso las de Unión Europea, y con mucho, puesto que son problemas internacionales. Las cuestiones son de tal magnitud que es necesario que la solución sea de igual fundamento, y esto pasa inevitablemente, si se quiere responder satisfactoriamente, por la respuesta a una sola voz, la de la Unión Europea.

 Además dar respuestas a ello es el fundamento principal de la unión de los países europeos en una institución supranacional como lo es la U.E. Su utilidad se basa en que, aunque los países miembros puedan dar sus propias soluciones, estas se inscriban dentro de un marco de respuesta más amplio y coordinado con el resto.   

Del informe presentado se deducen puntos de actuación (cimentados muchos en la teoría más que en la práctica concreta) que, independientemente del problema que se esté abordando, se repiten como axiomas ineludibles: la asociación entre el sector público y el privado; establecer estrategias comunes que eviten respuestas individuales y diferentes en cada país; asumir como fundamento de toda unión el principio de solidaridad; acciones de actuación unánimes tanto dentro de las fronteras de la Unión Europea como fuera de ellas (respuesta al cambio climático, por ejemplo); rehuir de toda medida proteccionista; y por último se cita en varias ocasiones al Tratado de Lisboa, como una reestructuración en la gobernanza de la Unión que posibilita más herramientas y más respuestas, incidiendo en un principio de resoluciones comunes.

En definitiva, el informe evidencia que la Unión Europea está en franca decadencia, con una gran crisis estructural y política dentro de la misma, coincidiendo además con momentos de cambios importantes en el mundo, tales como el rápido desarrollo de los países emergentes y la multiplicación de los polos de poder. Europa debe decidir si actuar, o bien dejar de ser una vanguardia política, intelectual, tecnológica y cultural, siendo engullida por unos tiempos a los que no ha sabido adaptarse.

 

Pedro Reig Ruiz

Secretario de Cultura